21 abr 2008

REVISTA 2010 Nº 15

Posiblemente, nunca antes en la historia de nuestro país una protesta fue tan violenta y criminal como el reciente lock out patronal que tuvo 21 días sitiado a nuestro país por un sector que, lejos de estar en crisis, exigía incrementar su rentabilidad en base a las ganancias extraordinarias del monocultivo de la soja.

La protesta, que en otra época hubiese culminado con tanques, bombardeos y/o acuartelamientos, fue mostrada por los medios como un “paro histórico” y la violencia pareció ser únicamente monopolio de los militantes oficialistas que se acercaron a la Plaza de Mayo para defender al gobierno. Cuesta entender la reacción de los medios si no es a través de la intencionalidad política que encubren.

Durante años cuestionaron enfáticamente los cortes de ruta, que en ningún caso superaban el par de horas, martirizaron al que se movilizaba por necesidades urgentes como el hambre y la desocupación, y exigieron hasta el cansancio la represión, cuando la hubo y había victimas fatales, como en el 2002 con el asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

Clarín tituló “La crisis causo dos nuevas muertes”, como asumiendo la complicidad en lo que se trató de un doble asesinato que, para ese momento, ya tenía claros responsables políticos.Con el “paro histórico” parecen retomar esa actitud de complicidad ante dos nuevas víctimas fatales, esta vez no en manos de la policía, sino de los dueños de la tierra.

Mientras que millones de argentinos, muchos de ellos que hasta hace un par de años ponían su vida en juego en cada corte de ruta para sobrevivir en la miseria y que hoy han comenzado a recuperar su dignidad, sufrían el desabastecimiento y la consecuente inflación, mientras se derramaban miles de litros de leche, se sacrificaban pollitos por falta de alimentos y toneladas de verdura eran tiradas por pudrirse en las rutas.

Por otra parte, es importante separar la paja del trigo y debatir en profundidad la problemática del campo, sobre todo la de los productores familiares despojados por terratenientes en el interior del país, el avance de la soja en detrimento de productos de consumo de todos los argentinos y la consecuente inflación que produce, además de la esterilización de la tierra.

Avanzar en un esquema a mediano plazo que nos permita un modelo sustentable, relacionado a generar mayores fuentes de trabajo y donde se cumplan los acuerdos laborales vigentes, se produzca priorizando el mercado interno y el de los países Latinoamericanos, cuidando la tierra y el bolsillo de todos nosotros, porque si fuese por “el campo” que representa la Sociedad Rural deberíamos pagar la leche, la carne y la verdura en euros.

Como dato positivo, los argentinos entramos en una nueva etapa, donde se hace imperioso debatir sobre la base de dos modelos de país posibles, uno de la abundancia y la represión selectiva, el otro sobre la base de un acuerdo social de cara al bicentenario, con soberanía alimentaria y sin monocultivo, con distribución de la riqueza, en paz y democracia.

Juan Manuel Fonrouge
Editor Responsable Revista 2010

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