" Quiero rebelar a los pueblos.
Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón.
Quiero decirles la verdad que una humilde mujer del pueblo que no se dejó deslumbrar por el poder ni por la gloria,
aprendió en el mundo de los que mandan y gobiernan a los pueblos de la humanidad.
Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por nadie,
porque nadie fue capaz de seguir la farsa como yo, para saber toda la verdad.
Porque todos los que salieron del pueblo para recorrer mi camino
no regresaron nunca.
Se dejaron deslumbrar por la fantasía maravillosa de las alturas
y se quedaron para gozar de la mentira.
Yo también me vesti con todos los honores de la gloria,
de la vanidad y del poder.
Me dejé engalanar con las mejores joyas de la tierra.
Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de alguna manera.
Todo lo que me quiso brindar el círculo de los hombres en que me toca vivir,
como mujer de un presidente extraordinario, lo acepté sonriendo,
"prestando mi cara" para guardar mi corazón.
Sonriendo, en medio de la farsa,
conocí la verdad de todas sus mentiras."
Tenemos que convencernos para siempre:
el muno será de los pueblos
si los pueblos decidimos enardecernos
en el fuego sagrado del fanatismo.
Quemarnos para poder quemar,
sin escuchar la sirena de los mediocres
y de los imbéciles
que nos hablan de prudencia.
Se olvidan que Cristo dijo:
"¡Fuego he venido a traer sobre
la tierra y que más quiero
sino que arda!"
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